Autora Natalia Tavera
Capítulo 10 Lo He perdido
La amenaza de parte de Bam Bam no me detendrá, no voy a dejarlo ir tan rápido, quiero estar con Mark en este momento, decirle que todo estará bien, no dejarlo ir otra vez.
-____ corre más rápido, parece que se han dado cuenta que escapaste- Aiden me había sacado de mis pensamientos
Volteé hacía atrás, efectivamente, una camioneta negra venía tras nosotros a una velocidad increíble.
-Estamos perdidos- coloque una mano en mi frente
-No, aún no- Aiden pausó -¡Allí!, ven conmigo – Aiden había jalado mi muñeca
Habíamos entrado dentro de una cafetería bastante agradable, era algo raro ver una cafetería abierta a esta hora en Tailandia.
-Creo que lo hemos perdido – Aiden pegó su cara al cristal de la puerta
-Casi morimos Aiden- dije recuperando el aliento
-¿Por qué?, no nos hicieron nada- Aiden levantó los hombros
-Mmm… tal vez no, pero casi me da un infarto, hace tanto tiempo que no corría de esa manera-
-¿cuándo fue la última vez? –
-La vez que mamá se dio cuenta de que había dejado las clases de Alemán – solté una pequeña risa
Aiden sonrió y me miro con ternura
-Eres una eres una pequeña hija del mal-
Golpeé levemente su hombro
-Buenas noches, desean tomar algo- una chica un poco menor a nosotros apareció
Aiden y yo nos volteamos a ver, ambos conociamos a esa chica, su nombre era Grayce, era la chica por la que Aiden iba conmigo a tomar el curso de coreano.
-¡GRAYCE!- Aiden había gritado emocionado -Cuanto tiempo sin verte- la abrazó
-Aiden sueltala, la estas asfixiando- reí ante el ademán de Aiden
– ____, Aiden, cuanto tiempo sin verlos, ¿cómo han estado?, ¿Qué hacen en Tailandia? – Grayce había sonreído
-Una larga historia- dijo Aiden recalcando en larga
-Siento interrumpir tu trabajo Grayce, tenemos que correr ahora mismo al aeropuerto – dije tomando la mano de Aiden
-Ya no quiero correr- Aiden hizo un puchero -Apuesto que tienes algo para ir más rápido – Aiden se agacho hasta la altura de Grayce
-Si eso los ayudará en algo bueno, tengo algo allá atrás- señaló la puerta
-¿Qué diablos es esto?- Aiden miro sorprendido a Grayce
-Una motocicleta, tonto– rodó los ojos
-Gracias Grayce, te debo una- Sonreí
-Espera…, si piensas que yo iré en eso debes estar bien loca- Aiden cruzó los brazos
-Entonces iré sola- puse el casco en mi cabeza
-No seas miedoso y sube de una vez- Grayce lo empujo
-Está bien, esta bien- Aiden subió detrás de mi
-Llamenme pronto chicos- Grayce se despidió
-Ohh, créeme que lo haré – Aiden guiño un ojo
Minutos después estábamos en camino hacía el aeropuerto, iba tan rápido como podía, los largos dedos de Aiden estaban a punto de dejar unos enormes hoyos en mi cintura, sabía que al día siguiente esto dejaría moretones en su lugar.
-¿No crees que vas muy rápido? -Aiden grito por el ruido de la motocicleta
-No hay tiempo Aiden- grite también
Habíamos llegado al aeropuerto, al fin esta horrible pesadilla podía convertirla en un dulce sueño.
-Corre, él está aquí – Aiden me empujó me límite a asentir con la cabeza, corrí como nunca, no estaba por ninguna parte. Un nudo en mi garganta se formó tan rápido, sabía que en cualquier momento comenzaría a llorar, quería gritar su nombre pero este maldito nudo me lo impedía.
Llegué al lugar donde se compraban los boletos, no supe con de repente solté una oración
-Disculpe señorita, ¿a qué hora sale el vuelo hacía Corea del Sur? -estaba a punto de llorar
-El avión despego hace media hora señorita – esas 7 palabras bastaron para romperme aún más.
Lo había perdido, se había ido, y yo podía salir de este maldito país, Bam Bam tenía mi pasaporte y visa. Lo odiaba aún más, quería matarlo con mis propias manos,.me había arruinado mi vida ese maldito psicópata.
Las lágrimas salían sin control alguno, en verdad era la primera vez que me sentía tan hundida y esta vez no iba a estar Mark cerca para que me ayudara a salir de este vacío.
Mi garganta estaba seca y mi cerebro daba la orden de gritar su nombre a los cuatro vientos, suspire, mire el techo y seque esas lágrimas que habían estado tan presentes.
-¡MARK, MARK, MARK!- mis labios se habían abierto al final, mi voz había salido por fin.
Un sinfín de lágrimas salieron acompañadas de gritos, grite su nombre tantas veces sin obtener respuesta, me deje caer de rodillas, no había como remediarlo, se había ido con mi corazón, con mi aliento y la última esperanza que tenía, lo había perdido.
Continuara…
Autora Natalia Tavera
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