BAEKHYUN P.O.V
Eran las once de la mañana cuando me desperté en mi cama por culpa de Jennie, que se habÃa puesto a discutir con Lisa a gritos en la puerta, yo ya me habÃa saltado el desayuno y no me apetecÃa salir de la cama pero Jennie ya me habÃa desvelado con sus problemas amorosos. Me senté en la cama, me sobé los ojos con los puños y bostecé para después ponerme la sudadera y levantarme, debÃa hablar con Lucas, de hecho debÃa haberlo hecho hacÃa unas horas.
Miré a Jennie y a Lisa mirándose en silencio y levanté las cejas por la situación, tÃas, no habÃa quién las entendiese, por eso siempre me decanté por los hombres.
-Siento interrumpir este súper momento – carraspeé – pero tengo que salir.
-Buenos dÃas – me dijo Jennie echándose a un lado.
-Serán para ti – susurré sin que me escuchase y saliendo de la celda.
HabÃa poca gente en el pasillo y las demás celdas, ya debÃan estar en el patio o haciendo cualquier cosa, yo caminé hasta la celda de Kai y me asomé, la noche anterior quedamos en que harÃamos turnos para vigilarlo y que en uno de esos turnos, cuando le tocase a TaeMin, él le explicarÃa lo de la fuga.
-Buenos dÃas – dije mirando a TaeYong sentado en el suelo y leyendo un libro.
-Hola – dijo él – aún no se ha despertado – miró la hora en su reloj.
Kai estaba tumbado en la cama, boca arriba, en la misma posición en la que lo habÃamos dejado, el pobre no se podÃa ni mover, lo habÃan reventado.
-Voy a hablar con Lucas – le dije – cuando acabe vengo.
-Como quieras – dijo el volviendo la vista al libro.
Ese tÃo era muy raro, no me daba conversación nunca y eso que yo contestaba a cualquier cosa.
-¿Sabes dónde está?
-En el gimnasio – contestó él sin mirarme.
Yo asentà con la cabeza y me marché de allà en su búsqueda, aún no sabÃa cómo ofrecérselo ni cómo convencerlo, algo harÃa, sobre la marcha, depende de su humor y de cómo de susceptible estuviese, sino a puñetazos.
Me metà en el gimnasio, dónde habÃa bastantes de los presos y las presas entrenándose para ellos mismos y para el torneo de boxeo, como era el caso de Lucas, que le estaba dando puñetazos al saco rojo. Me acerqué a él, mirando como los músculos de su espalda, brazos y torso se tensaban a cada movimiento que hacÃan, él era moreno de piel, como JongIn, y eso lo hacÃa destacar entre nosotros, igual que por su altura. Y sus orejas, sÃ, eso también.
-Buenos dÃas, colega – le di una palmadita en la espalda y me puse a su lado a mirar cómo le pegaba al saco.
-¿Colega? ¿De qué? – paró de dar puñetazos y me miró serio, ese chico me parecÃa tan impredecible que no sabÃa por dónde me podÃa salir.
-Era una forma de llamarte, cálmate, coño – dije restándole importancia y poniéndome detrás del saco, agarrándoselo para que le siguiese dando.
-Pues llámame Lucas – me exigió dando un flojo puñetazo al saco – ¿y qué quieres?
-Primero que bajes esos humos de mierda – le pedà serio – y segundo que me escuches, tengo algo que proponerte.
Él dio otro puñetazo y yo empecé a explicarle lo que TaeMin nos propuso a los demás la noche anterior, él no dejó de dar golpes al saco mientras yo se lo aguantaba y, aunque sabÃa que me estaba escuchando, me ponÃa de los nervios que no pusiese toda su atención en mÃ.
-¿Y qué me dices? – pregunté al acabar.
-Pues que os vaya bien – dijo él secándose con el brazo el sudor de la cara para continuar después.
-¿Eso es todo? – pregunté frunciendo el ceño.
-No me fio de TaeMin, no voy a colaborar con él – sentenció.
-Nadie se fÃa de TaeMin – sonreà – ¿quién coño va a confiar en ese loco?
-Por lo que dices, todos vosotros – se encogió de hombros y yo me lo quedé mirando, no iba a aceptar, se me estaba negando, ¿por qué me llevaba la contraria? A mi nadie me llevaba la contraria.
-Lucas – suspiré – piensa en YungWoo.
-Como vuelvas a pronunciar su nombre te reviento la cara de niño guapo que tienes – ladeó la cabeza para mirarme detrás del saco.
-No me has intimidado ni un poquito – vacilé yo, envolviéndome con él en una guerra de intimidaciones, a ver cuál de los dos podÃa poner más nervioso al otro – si sales de aquÃ, podrás ayudarlo.
-Puedo salir solo – dijo él.
-No, no puedes – le aseguré yo poniéndome entre él y el saco, su puño se estampó contra el saco, al lado de mi cabeza, y después se agarró con frustración ambos lados de este, acorralándome y mirándome fijamente, molesto por haberle cortado el rollo – nadie puede, es por eso por lo que estamos formando un equipo, y para completarlo nos faltas tú.
-BaekHyun – sonrió con ironÃa – no te voy a dar ni un puto won de mi dinero.
-No quiero tu dinero – fruncà el ceño, mintiendo, porque enrealidad si lo querÃa.
-No intentes engañarme – negó con la cabeza y suspiró, casi que su pecho se chocó con el mÃo, pero seguÃa sin intimidarme – no sé el motivo, pero lo quieres – adivinó él – y jamás lo tendrás, ni aunque me acabe enamorando de ti como un loco. Yo no soy gilipollas. Lo siento, pero cómele la oreja a Kai, a ver si consigues de sus diamantes.
-SÃ, lo que tú digas – susurré – pero, ¿te unes o no?
Él se quedó callado y mirándome, pensándose de nuevo la propuesta, yo no le aparté la mirada, me metà en sus ojos negros intentando encontrar algo que me diese la respuesta antes que sus palabras, una fuga tenÃa que sonarle tentador a alguien como a él, con un currÃculum tan macabro y extenso, una fuga, ¿Qué era una fuga para un terrorista? Como un niño montando en bicicleta, se le podÃa hacer hasta pequeño, porque dentro de esa cabeza de almendra que parecÃa que tenÃa hueca, habÃa una mente muy compleja, que podÃa idear cualquier plan por muy difÃcil que fuera.
-Dile a TaeMin que estoy dentro – se separó de mi y caminó hacia un banco dónde habÃa una botella de agua y una toalla, yo sonreà mirándolo.
-Perfecto, los avisaré a todos, te avisaremos cuando tengamos que dar el primer paso – él asintió con la cabeza secándose la nuca con la toalla y me habrÃa quedado ahà con él, pero me marché del gimnasio.
Con la cabeza bien alta por haber conseguido mi objetivo pasé por el patio y desde lejos avisé a TaeMin con la cabeza de que lo habÃa conseguido, él, que estaba al lado de Mark y conversando con él, me sonrió asintiendo.
Después me marché con TaeYong a la celda de Kai y me senté a su lado, con la espalda apoyada en la pared y mirando a Kai dormir.
-¿Ha aceptado? – me preguntó TaeYong.
-Sà – asentà con la cabeza – solo queda Kai.
-TaeMin lo convencerá – dejó el libro cerrado en el suelo y apoyó los codos en sus rodillas flexionadas.
-Puedes irte si quieres – le dije – me quedo yo a cuidar de Kai.
-No, me irÃa a mi celda pero SuHo ha puesto la sábana blanca – se encogió de hombros y sonreÃ.
La sábana blanca se usaba para tapar la puerta de la celda, se echaba cuando estabas follando con alguien, en pocas palabras, asà nadie veÃa nada y nadie molestaba, solo que era una putada cuando te quedabas fuera esperando a que tus compañeros de celda lleguen rápido al orgasmo.
-¿Con quién? – pregunté.
-Yo que sé, tÃo – sonrió un poco – nos llevamos bien pero no le voy a preguntar con quién folla – rió negando con la cabeza y lo miré, debÃa admitir que no me esperaba una sonrisa suya, pero estaba satisfecho.
-SÃ, alomejor ni siquiera nos gustarÃa saberlo – bromeé yo.
Y de ahà empezamos a hablar de cualquier cosa, una simple conversación banal entre presos, y me tuve que tragar mis palabras porque fue una conversación duradera, con TaeYong se podÃa hablar de muchas cosas, era un chico listo, incluso habÃa estudiado durante unos años. Estuvimos hablando hasta que llegó la hora de comer y yo no habÃa desayunado, asà que me morÃa de hambre y nos fuimos hacia allà juntos.
KAI P.O.V
Pasadas las seis de la tarde me desperté en mi cama, después de muchas horas durmiendo a causa de la morfina que me habÃan inyectado para el dolor y para calmarme. Me dolÃa todo el cuerpo y aún me notaba temblar, recordaba como los clavos atravesaron mis manos y como empezaron a cortarme el torso poco a poco, para que hablase, para que nos delatase a Jennie y a mÃ, pero eso no iba a pasar nunca, el paradero de los diamantes me lo llevarÃa a la tumba.
Cuando me desperté era Chittaphon quién estaba conmigo y fue él quien me ayudó a cambiarme las vendas del cuerpo por otras limpias.
-Ten – lo llamé con voz flojita, porque no podÃa hablar fuerte, mi cuerpo no me lo permitÃa – dame algo – le supliqué.
-¿Morfina? – se levantó del suelo y fue hacia la mesa dónde estaba el botecito y la jeringuilla.
Él solo preparó una dosis y me la inyectó en el brazo, a mi me hizo efecto a los pocos minutos, ya me volvÃa a sentir mejor, con menos dolor pero más cansado.
-Me quedo yo ahora – TaeMin sonó desde la puerta pero yo no me podÃa mover para mirarlo – ves a la ducha antes de que te quedes sin agua caliente.
-Le he metido morfina – le dijo Ten para después irse.
Yo esperé a que TaeMin se pusiese en mi campo de visión, veÃa algo distorsionado y estaba un poco mareado pero pude observar cómo se arrodillaba a mi lado, él tenÃa el pelo blanco mojado cayéndole por la cara y llevaba sus lentillas azules casi blancas, esas lentillas resultaban intimidantes en sus ojos.
-¿Cómo estás? – preguntó flojito y cogiéndome una mano, esta dolÃa por el agujero que debÃa tener.
-De puta madre – murmuré yo con ironÃa, no sé como esperaba que estuviese, jodido, casi que me cortaron por la mitad.
-Te pondrás bien – dejó mi mano sobre el colchón con cuidado y después me apartó con su dedo el flequillo de la frente, vi una media sonrisa en su rostro que no entendà porque la habÃa esbozado.
-¿Por qué me sacaste de ah� – pregunté en un leve tartamudeo.
-No quiero que te maten – suspiró y fruncà el ceño, pero no dije nada, solo esperé que siguiese hablando – te necesito – apretó los labios y apartó otro mechón de pelo de mi cara, eso me incomodaba pero apenas podÃa moverme para impedÃrselo – vamos a fugarnos, Kai – susurró.
-¿De qué hablas? – pregunté en su mismo tono de voz.
Él comenzó a hablar con calma, una calma desesperante, me explicó que iban a idear un plan de fuga y que habÃan formado un equipo perfecto para hacerlo, BaekHyun, TaeYong, Ten, Mark, Lucas y él, y que me querÃan dentro del equipo, me ofrecÃa añadirme al plan de fuga y a mà me sonaba tentador, más peligroso, pero yo no tenÃa nada que perder, ¿Qué iban a hacerme? ¿Aumentarme la condena? Si salÃa de ahà ya tendrÃa noventa años, ¿Qué más me daba noventa que cien?
-Además – pasó el brazo a lo largo de mi almohada, por encima de mi cabeza – nosotros te protegeremos.
-No os necesito – susurré.
-SÃ, sà que lo haces – empezó a acariciarme el pelo y yo suspiré con dificultad – no es nada malo, tienes a toda la cárcel deseando matarte, a ti y a Jennie, para quedarse con los diamantes, sabes defenderte, pero no de todos – siguió acariciándome y tragué saliva, su cara estaba muy cerca de la mÃa y podÃa sentir su respiración junto a la mÃa – los dos sabemos que tienes que salir de aquà si no quieres que te perforen la cabeza en vez de las manos.
-¿Sabes lo difÃcil que va a ser salir de aquÃ? – pregunté yo metiéndome en sus ojos artificiales.
-Eso es lo más divertido – sonrió ampliamente – aún ni hemos empezado, te estamos esperando.
Me quedé en silencio, me sentÃa realmente intimidado por él, en otras circunstancias no habrÃa sido asà pero yo estaba inmóvil, no era capaz de levantar ni un solo brazo por mi solo, estaba completamente expuesto a lo que TaeMin pudiese hacer, porque siendo francos, TaeMin no estaba cuerdo, estaba como una putÃsima cabra y era capaz de hacer cualquier cosa, incluso lo que ni te imaginarias que es capaz de hacer el ser humano.
-Está bien – asentà con la cabeza.
-SabÃa que no me fallarÃas – sonrió con los labios cerrados y en un movimiento rápido los pegó a los mÃos.
Yo me quedé parado, no mantuvo sus carnosos y rosados labios pegados a los mÃos más de dos segundos pero a mà se me pasaron millones de cosas por la cabeza, no lo entendÃa, no entendÃa qué coño estaba haciendo, aprovecharse de que no le podÃa pegar un puñetazo por hacer eso. HabÃa sido un beso que habÃa sabido a poder, a su poder nato, el poder de convicción que tenÃa, el poder que tenÃa sobre todo el mundo que le rodeaba. Ni aunque evitases con todas tus fuerzas sentirte cohibido por él lo conseguirÃas, la esencia de TaeMin tenÃa un aura tan oscura y misteriosa que te atrapaba cuando él quisiese, cómo él quisiese y para lo que él quisiese.
-Vendré en un rato, tengo cosas que hacer – se puso en pie y se ajustó bien los pantalones a la cintura – Lucas, te toca.
-¿Me ves cara de gilipollas? Llevas dentro solo cinco minutos, estoy de tu parte pero no soy tu perro – le echó en cara él, Lucas puede que del equipo fuese el que más le llevarÃa la contraria a TaeMin, aunque acabó entrando a mi celda – me cago en la puta – susurró cogiendo una silla y poniéndola al lado de mi cama, se sentó con el respaldo entre sus piernas y cruzó los brazos sobre este para mirarme.
-Puedes irte, no hace falta que me vigiléis – dije yo pasando la lengua por mis labios.
-¿Pero tú te has visto? No puedes ni mear solo – sonrió con ironÃa – no quiero tener tus intestinos para cenar esta noche – suspiró – hemos dicho que cuidarÃamos del guapo. Y cuidamos del guapo – apoyó la frente en sus brazos y se miró los pies.
Yo aparté la vista de él y miré al techo de la litera, no sabÃa dónde me habÃa metido con eso de la fuga, pero sà que habÃan creado un grupazo, los mayores delincuentes ideando un plan para escapar de ahÃ, o salÃa a la perfección o acabábamos matándonos entre nosotros.
TAEMIN
Entrelacé las manos detrás de mi cabeza tumbado en ese colchón, ya era más de media noche y yo seguÃa sin acostumbrarme a no escuchar el reloj a todas horas, solo escuchaba las respiraciones de mis compañeros de celda y el chirrido de las literas cada vez que alguien se movÃa, era irritante pero soportable.
En mi mente bailaban algunas ideas de sobre cómo empezar a idear el plan de fuga, pero no podÃa hacer mucho sin que Ten hackease las cámaras de la torre de control, entonces podrÃamos saber los cambios de turno de los guardias y los tendrÃamos más controlados, nosotros estarÃamos más tranquilos y la partida estarÃa más a nuestro favor.
Yo me froté la cara con las manos, querÃa conciliar el sueño pero esa noche no era capaz.
Vi asomarse un brazo por la puerta de mi celda y giré la cabeza hacia un lado, para observar una fina y perfecta mano, se me tendÃa, como si quisiese que la agarrase. Yo me senté en la cama y miré hacia la puerta, era Ten, que apartó su mano y me hizo un gesto con la cabeza para que me fuese con él.
Yo me levanté, cogà la sudadera, me la colgué en el hombro y salà de la celda, todos parecÃan estar dormidos, incluso JungKook, asà que no tuvimos ningún problema al salir al patio y en sentarnos en el suelo, a la luz de la luna y bajo las estrellas. No sabÃa porque Ten habÃa querido que saliese con él, tal vez solo querÃa salir acompañado, no por nada, solo por no estar solo, y yo, si tenÃa que elegir una compañÃa, elegirÃa la de él, no por nada, simplemente me agradaba.
-¿Quieres? – me ofreció un cigarro y esa vez sà que se lo cogÃ, porque el momento acompañaba – puede que no te guste lo que voy a decirte, pero si no, no avanzaremos.
-Dispara – le quité el mechero de la mano y encendà mi cigarro.
-No puedo acceder a las cámaras solo con ese ordenador y un teléfono móvil, lo he intentado por activa y por pasiva, es imposible. NecesitarÃa darme un acceso desde otro sitio.
-¿Qué sitio? – apoyé la espalda en la pared y los brazos en mis rodillas flexionadas.
-Ese sitio – él señaló el edificio de al lado de la torre de control, era enorme, ahà se encontraba la zona administrativa, la enfermerÃa, las celdas provisionales y el aislamiento. Solo habÃa un pequeño problema, los guardas.
-Bien – suspiré mirándolo – iremos a ese sitio.
-¿Cómo?
-No lo sé – negué con la cabeza – pero TaeYong va ahà una vez a la semana.
-Ya, pero va a que lo torturen durante horas, está demasiado vigilado cómo para que se escape a uno de los despachos con los centros de control y me abra un portal de acceso –
-Pero tiene ojos para mirar, ¿no? La próxima vez que vaya él será nuestros ojos, si sabemos la distribución de ese edificio, si lo conocemos, será más fácil dominarlo – le di una larga calada a mi cigarro y él asintió con la cabeza mirando hacia delante, muy bucólico – ¿puedo preguntarte por qué quieres salir de aquÃ?
-Ya lo has hecho – sonrió y lo miré de nuevo, esperando a que hablase – en un mes es mi juicio final y quieren condenarme a muerte.
-CreÃa que ya no se hacÃa eso – fruncà el ceño y él sonrió con ironÃa.
-Ya, eso te quieren hacer creer – me miró – solo en casos extremos y soy un caso extremÃsimo para ellos.
-¿Por los documentos? – pregunté yo.
-SÃ, quieren que los de – se encogió de hombros.
-Pues dáselo, no pierdes nada entregándoles algo que ya era suyo, es más, te salvarÃa la vida –
-No – susurró – no va asÃ, TaeMin – tragó saliva – yo no puedo darles esa información, porque está aquà – se tocó la frente con el dedo – y nadie va a quitarla de ahÃ.
-¿Lo memorizaste? – pregunté sorprendido.
-Todos y cada uno de los documentos del estado, sus fraudes, sus deudas, sus mentiras, sus crÃmenes y sus pactos. Todo. Soy la mayor amenaza para ellos, viven con un miedo constante de que yo diga algo, porque en cuanto lo haga, este paÃs se va a la mierda – apagó su cigarro en el suelo – por eso me quieren matar – sonrió ampliamente – y yo no voy a dejar que eso pase.
-Entonces, ¿le temes a la muerte?
-No – negó con la cabeza – le temo a que lo que he hecho haya sido en vano.
-¿Y por qué lo hiciste? – pregunté con interés.
Él suspiró y miró al suelo.
-Por venganza, ¿recuerdas que hace unos siete años mataron a un importante polÃtico de aquÃ? Unos sicarios lo mataron en su casa, le cortaron la cabeza delante de su hijo – yo asentà con la cabeza – ese polÃtico era mi padre, el niño era yo – volvió a mirarme – lo taparon diciendo que habÃa sido algún tipo de venganza de algún grupo en contra de su partido polÃtico, ¿lo recuerdas? – volvà a asentir – ya, pues no es la verdad, la realidad es que mi padre descubrió un pacto con Japón, ilegal y perjudicial para nuestro paÃs, amenazó con sacarlo a la luz y lo mataron antes de que lo hiciese.
-¿Vas a sacarlo tú a la luz?
-SÃ, pero no desde aquà dentro.
Yo asentà y aparté la vista de ese tailandés con una historia tan trágica y llena de engaños y mentiras, lo comprendÃa, yo puede que hubiese actuado igual, o incluso peor.
-Hablando de rey de Roma – murmuró Ten mirando hacia una esquina del patio, por donde caminaba TaeYong guardándose el móvil en el bolsillo, le hicimos un gesto con la cabeza para que se acercase y él se sentó frente a nosotros.
-¿Qué hacéis aqu� – le quitó a Ten su nuevo cigarro de entre los labios y le dio una calada.
-¿Y tú? – le preguntó Ten.
-Nada, hablaba por teléfono – se encogió de hombros – ¿cuándo empezaremos con el plan? – me miró a mÃ.
-Cuando Kai se levante de la cama, no empezaremos sin él – dije yo – ¿a ti cuándo te llevan al agujero?
-En tres dÃas – contestó él mirando el edificio con desdén – ¿por qué?
-Por saber – contesté yo antes de que lo hiciese Ten, por el momento no le dirÃa nada, en tres dÃas se enterarÃa de lo que tendrÃa que hacer de camino al agujero.